Como el navío en el puerto

BARCOS EN EL PUERTO



 Podemos descansar en la Pasión de Cristo como el navío en el puerto. Durante el ayuno [cuaresma] somos nosotros los que todavía trabajamos y nos fatigamos, expuestos a las tempestades de la tentación, sobre el agitado y peligroso mar de la ambición humana; ascesis, ejercicio, actividad —el hombre tiene la palabra. Ahora, esto ha llegado a su fin; el navío está en el puerto —Dios tiene la palabra—. Pero El calla. Padece, y es ésta la única obra que puede salvarnos. La pasión del Hijo de Dios hecho hombre es el puerto, el descanso en la inquieta búsqueda de salud del hombre pecador. En la celebración sacramental de la Pasión y Muerte de Cristo que son un padecer y un morir para la resurrección y la vida, con otras palabras, en la presencia litúrgica de la Pascha Domini está la esencia y la significación de la Semana Santa, aquello que la convierte en teatro del obrar exclusivo de Dios y por lo mismo del descanso absoluto de nosotros. Descanso que no se adquiere, es verdad, más que por un acto de la más alta intensidad: el navío no descansa en el puerto de la presente obra de Dios más que al precio del sacrificio, del entero abandono del esfuerzo propio y de la entrada sin reservas en la acción del Señor, en su Pasión.

EMILIANA LÖHR. Los Misterios Pascuales

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